la señora de las especias

"La vida hauria de ser com ja només la podem descobrir en les mirades d'alguns nens."

lunes, julio 10, 2006

Lauredo

Desperté dormida con la bruma de la rutina en mis ojos, mirando ciegamente mi vida pasar por inercia.
Llegaste a mi hogar aún fresco. Te coloqué cerca de mí, conmigo y en mí. Tu olor embriagador me hizo sucumbir ante tu presencia. Me regalaste todo un mundo de imágenes y sensaciones que me agitaron violentamente mientras tus fuertes brazos me protegían y acompañaban. Tus manos sostenían mis párpados. Tenía que ver.

"Laurel, de olor a abuela, con tu manto verde oscuro y tu collar negruzco cuando maduras. Cómodo viaje al futuro en la seguridad de tu regazo. Maestro de sueños y profecías."

Vi todo lo que me mostraste, lo vi. Pero tan distinto era a mi vida muerta que creí no poder recuperar el camino.
Te acuné en mi mano hasta que vibramos sumergiéndonos en tu canto, girando en el vacio pleno, mis brazos ramificados abrazaban tus ramas carnosas, mujer-árbol, árbol-mujer, una danza, una oración, una búsqueda, un guía.

"Loreda, madre protectora que hace camino para que sus hijos no tropiecen y se cieguen con las lágrimas perdiéndose en la noche. Tú que cuando todo es lo que no tendría que ser limpias los nudos haciendo perfectos obillos para comenzar de nuevo a tejer."

Vi mi camino. Vi como llegar a él. Ahora que lo conozco sólo te pido una cosa más: protección y fuerza para andarlo.


Me lo muestras, me llevas a él, me das la mano para caminar. Gracias ninfa Dafne.

sábado, julio 01, 2006

Al-habaqa


Mañana seré feliz, lo se porque todo lo que hoy hago tiene ese fin. Mañana seré feliz.
Mañana compartiré con vosotros, los que más amo, todo lo que aquí aprendí. Hoy os añoró pero mañana tendré todo esto para compartir.
Mañana buscaré todos aquellos pequeños detalles que realmente alimentan mi espíritu porque ya habré terminado y entonces tendré tiempo. Mañana los buscaré.
Pero hoy no soy feliz con lo que hago. Hoy no tengo con quien compartir. Hoy mi espíritu se muere de hambre.
Al-habaqa, yo te llamo. Te tomo en mi mano y te invento una canción. Susurro invocándote una y otra vez, día tras día, pero tú... tú no respondes.

"Albahaca, fresco olor de limón penetrante como el del clavo. Alhábega, calmante del cuerpo y apaciguadora del alma. Integradora del instinto y la espiritualidad. Firme faro en la tormentosa noche del miedo."
Día tras día te acuno, llamo a tu puerta y nadie responde.
"Al-habaqa, reconfortante abrazo de la mañana. Al-habaqa, coraje para caminar el camino, fuerza para andar los pasos."
Silencio. Grito mudo para hacerme despertar.

Pero hoy, alhábega, hoy te doy las gracias. Dejé de cantarte y miré mi interior. Fue entonces cuando comenzaste a hablar.
"Hija mía. Impaciente e inexperta hija mía. ¿Quién te dijo cuántos mañanas tienes para ser feliz, compartir y buscar? ¿En que señal leíste que este es el camino que has de caminar? Te perdiste en los detalles y olvidaste el verdadero propósito. Cada instante has de vivirlo como si fuera el único instante de tu vida, como si en él se centrara todo el Universo esperando a que actúes, y lo único que tienes que hacer para que todo vaya bien, lo único, escúchame bien, lo único que tienes que hacer es ser feliz. Te perdiste en la estética del libro y olvidaste que la calidad de sus páginas era la misma."

Ni un segundo más perdido en la incertidumbre, el desasosiego y la insatisfacción. ¡Seamos felices!