la señora de las especias

"La vida hauria de ser com ja només la podem descobrir en les mirades d'alguns nens."

jueves, diciembre 18, 2008

Memoria olfativa, gustativa... emocional

Hago carne con setas, huele a abuela en la cocina con la lumbre encendida, caminando rápido del fregadero a la cazuela, de la cazuela a la mesa, de la mesa al patio, hablando de sus rodillas, canturreando una copla, el sol en la puerta y el frío en la nariz, el paño húmedo y el frutero lleno de naranjas. Hago carne con setas y me siento abrumada.
Escucho los pájaros, suenan a mi pueblo, a las mañanas de invierno camino de la escuela, a las risas de mis amigos, al frío en las orejas y a las pelusas de la bufanda en la boca, al sonido de las patas de los perros en el suelo helado, al olor de la bata de mi madre dándome un beso en la puerta. Escucho los pájaros y me siento una niña.
Veo un tractor, siento el calor abrasador de agosto en la era, a mi abuelo riendo feliz por tenerlo todo, a mi padre haciendo bromas, el picor de la paja en los brazos, el sabor del polvo en la boca, mi abuela preparando el almuerzo, la tierra en las botas entre los dedos de los pies, el sonido de la chicharra. Veo un tractor y me siento fuerte.
Escucho esa odiosa melodía que yo utilizo de despertador en el móvil de alguien que pasa a mi lado y pienso "cinco minutos más".
Escucho dos palabras, un gesto, una voz más alta, una mano que me agarra y sin recordar, solamente siento, memoria emocional que devuelve sensaciones de nudo en el estómago, de miedo en las rodillas, pero sin recuerdos, memoria emocional irracional que no es carne con setas, ni pájaros ni tractores, que no trae imagenes sino sensaciones en el momento más inoportuno.
Quizá una bobada, algo absurdo, si, pero si la memoria olfativa tiene más de diez mil registros, cuántos tendrá la emocional, quizá algo tan inmenso y tan capaz de atraparte no sea una bobada.
Langka para destruir los registros emocionales que nos atormentan, para acabar con los resortes que los hacen funcionar. Y canela, mucha canela, para que los demás lo entiendan.
También lavanda para hablar con suavidad, con delicadeza, para compartir, tratar de forma delicada, no escupir sapos, y poder ser fuerte fuera de los miedos y el egoismo y regalar abrazos que curan.